miércoles, 15 de febrero de 2017

SOBRE MI

Noto en falta  algo importante, no sé,   lo cierto   es que  aparentemente no  me  falta  nada, mi  salud es  estupenda, tanto que el  médico me ha dado un mes de vida; mi familia  bien a Dios gracias, mi maltrecha economía, perfectamente ”saneada”, los amiguetes me saludan afablemente, incluso a veces me sonríen, con esa sonrisa maliciosa que denota como una cierta envidia de mi manera de vivir, como diría Rosendo .
Sé que a muchos de ellos les gustaría vivir como yo vivo, pero  las condicionantes sociales, el entorno y puede que el provincianismo, les obligan a mantener un estatus, unas formas, un saber estar, con arreglo a lo políticamente correcto. Se acomodaron a una forma de vida sujeta las restricciones y limitaciones que no saben,  no pueden  o no quieren  saltarse, adaptarse a una forma de vida acomodaticia siente sus ventajas.
No es que yo viva como un crápula saltando de mata en mata,  de soto en soto, o de cama en cama, aunque reconozco que me encantaría, pero vivo a mi aire sin hacer daño a nadie, ni encadenar mi alma a unas normas caducas, amorales, incluso en ocasiones inmorales, que en su día dictaron unos  hombres que en público muestran una moral severa e inquebrantable y que en privado harían avergonzarse hasta al mismo diablo, si es que existe.
Predicando el amor con el ejemplo, con la solidaridad, con la empatía, y a veces con un gramo, ( o dos ) de locura, es la  única manera de sentirse moderadamente feliz, de tener amigos incondicionales, de separarse de la basura lisonjera que nos rodea, de apartarnos de sonrisas hipócritas y amiguetes de conveniencia, de construir  templos y de derribar  barreras
No hacen  falta ladrillos, tampoco atrios y hornacinas,   ese templo se construye a base de  sonrisas sinceras y favores sin retorno.
No soy un dechado de virtudes, sino que creo ser todo lo contrario. Tampoco soy la amabilidad personificada, más bien la acidez del limón que se vierte sobre la escara sobre la piel, que escuece, que molesta de entrada pero que al final desinfecta y cura.
Vivo, vivo a  contracorriente cuando es necesario, canto las 40 si conviene, con la sota y el  caballo – al rey ni tocarlo- trato de abrir los ojos a quien veo ciego, en este mundo de falsedades e hipocresías y no me duele nada, absolutamente nada dejar a un lado a esos seres que son auténticos vampiros energéticos, chupadores de  positivismo y plañideras profesionales.
Venme de frente y me encontrarás para bien o para mal; búscame las vueltas y te ignoraré, no sabes de qué manera; como decíamos en mi  juventud, “te azotaré  con el látigo de mi desprecio y te rociaré con el ácido de mi indiferencia”.
Solo déjame  vivir mi vida, no me des consejos, se  equivocarme yo solito; además, mi vida es mía y; si no quiero hacerte partícipe de ella, tus opiniones caerán en terrenos baldíos.



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