viernes, 17 de febrero de 2017


Llegará una dictadura
Se veía venir, estaba cantado, o es que no os habíais dado cuenta?
Todo indicaba que su final estaba cerca.
Ahora nos rasgamos la vestiduras y añoramos tiempos pasados, pero ¿que hicimos para solucionarlo?
La sociedad inerte, acomodaticia, sin valores y sin principios se empesebró
Las subvenciones, los estómagos agradecidos, el clientelismo político y social deterioraron el sistema y ahora ya no hay vuelta atrás.
La política de supervivencia bajo mínimos caló hondo en una población conformista
Se relajó el principio de autoridad, la carencia de valores, el descredito de la clase política , el aborregamiento de las mentes y cuerpos dependientes de un subsidio sirvieron de germen
Padres privados de toda posibilidad de educar a sus hijos en un ambiente de familia, denuncias arbitrarias por malos tratos a menores, sobreprotección y sustitución de la familia por una administración ávida de votos de los que seguirse nutriendo y comportándose de manera aberrante.
Todo se convirtió en un excelente caldo de cultivo para que los intolerantes, los intransigentes, los totalitarios surgieran como setas en otoño haciendo valer por convicción o por fuerza sus dogmas.
Votos desencantados se desviaron a los partidos nazis, fascistas y retrógrados en cantidad suficiente como para que obtuvieran una mayoría aplastante.
Ahora pagamos caro nuestro pasotismo, ahora ellos son los que dirigen, legislan, se imponen si no con la fuerza de la autoridad, si con la autoridad de la fuerza, reprimiendo ideas liberales, comportamientos y cualquier asomo de libertad que empiece a brotar.
Juventud  aborregada, salvo honrosas excepciones,   adultos que venimos y  vivimos la dictadura, cansados de pelear, observando cómo  se pierde por las  rendijas del conformismo el rico  fluido  de la democracia y del bienestar  social, logrado con nuestra lucha años atrás  sin que  las nuevas  generaciones muevan un dedo para  frenar  esa sangría de libertades, opiniones  e ilusiones.
Papá estado, seguro de su poder, se dedicó a robar, extorsionar, mal gestionar, apropiarse de dinero y derechos de los ciudadanos a quienes legalmente les correspondía.
Botas militares, fustas, porras y demás instrumental represivo puebla las calles; exhaustivo control de prensa que ahora como de las manos del nuevo sistema.
Universidad para ricos, paro eterno para la gleba.
Pánico en las calles, silencios, incluso cómplices, propiciados por el miedo a las represalias.
El redil está controlado, todo está atado y bien atado, parafraseando a nuestro anterior dictador.
Ahora a empezar de nuevo, a tratar de recuperar derechos y libertades perdidas por la desidia y la dejadez de las masas, ahora a volver a llenar las cárceles de “rojos, contestatarios y contestatarios”   si es que tienen el valor de dar la cara; ahora la población se dará cuenta de que ha perdido casi cuatro décadas de lucha y de consecución de objetivos.
 La Constitución más progresista de su tiempo mancillado, legislación represiva, derechos pisoteados, retrocesos en materias fundamentales, desahucios, familias rebuscando en contenedores, salarios vergonzantes, esclavismo laboral.
¿Qué tanto de culpa nos corresponde a cada uno por habernos dejado ir de las manos la situación?
¿Qué responsabilidad debemos asumir por haber votado a unas siglas en lugar de a unas personas?
Qué pena debemos purgar por habernos quedado en casa o tomando cañitas con los amigos en lugar de salir a la calle a defender con uñas y dientes nuestros derechos
Cómo nuestros representantes nos van a defender, si están inmersos en luchas internas para desplazar a otro y ocupar su puesto
Que hicieron nuestros sindicatos, estómagos agradecidos al sistema que les mantenía en un nivel económico más que considerable, por mantener los derechos sociales y laborales?
Como se puede vivir de subvenciones que anulan la creatividad y la competitividad.
 ¿Cómo se pueden quitar becas a estudiantes más que válidos, que acabaran en la cuneta por falta de recursos?…
Este cúmulo de circunstancias nos ha llevado de nuevo a un sistema dictatorial.
Controles, espionajes individuales, fichas como las de la ley de vagos y maleantes de infausto recuerdo.
Nos dormimos como el camarón y nos ha llevado la corriente mar adentro.
A ver ahora como salimos de este brutal oleaje

Despertemos del sueño y no dejemos que las previsiones más alarmantes se conviertan en realidad incontestable  

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