lunes, 26 de marzo de 2018

El reducto del pensamiento.



Hace muchos años que la sociedad civil, las instituciones, los grupos sociales, incluso los partidos políticos, han  dictado normativas encaminadas a insertar socialmente a las personas que tiene algún tipo de limitación, bien sea física, bien psíquica, o sensorial.
Me parece una  decisión extraordinaria, la verdad,  es que he visto gente integrada en casi todas las instituciones, pero lo que no he visto y difícilmente veré, es un chico, una chica con síndrome de Down, como representante de algún  partido político, con un acta de concejal, de diputada o de senadora.
Lamentable la doble moral de los partidos.
Es que una cosa es predicar y otra dar trigo


miércoles, 14 de marzo de 2018



COSTA TICA; PÓRTICO DEL EDEN.
VISITA A CENTROAMERICA
Puntarenas.


Aquí la carretera se revira un poco más, no consigo primera fila pero sí segunda, lo que me permite seguir oteando el horizonte y entablar conversación con mi vecino de asiento, tipo más menos de mi edad, más bien bajito, rechoncho,  con un vaquero  raído y una camiseta, más que descolorida del club deportivo Alajuela.
Lleva una mochila y un machete de considerables dimensiones, calculo que andará por los  70-80 centímetros, me dice que va a desbrozar un campo  que tiene a unos 10 kilómetros, para que el pasto pueda  crecer.
Es un tico más, un tico orgulloso de su tierra, de su familia y de su trabajo. – “Pura vida  mae”,  esto  es el paraíso, aquí se vive muy bien, somos el país más feliz del mundo.
Pregunta por mi país de origen y cuando le digo que de España, la respuesta es la de todos – ¡ooh,  de la madre patria! -.
Hay un amor  y una admiración no disimulado a todo lo español. Incluso a los ciudadanos españoles nos ven como seres que estamos a un nivel superior, su siguiente pregunta, (como todos) de que equipo de futbol soy y solo dan dos opciones, Barcelona o Real Madrid; así que cuando les dices que eres del Atlético de Madrid, como que no les interesa mucho; y aprovechan para decirte, que en el Madrid juega su paisano Keylor Navas.
Se apea en  un pueblo llamado Agujitas, me da la mano con fuerza, sacudiendo la mía y me  advierte que unos kilómetros más arriba se encuentra Tárcoles, un rio en el que hay más de una veintena de cocodrilos de gran tamaño que se ven desde el puente, que ese puente siempre está  atestado de turistas y que  el bus para unos segundos para que la gente los vea. Me abotargo en mi asiento trato de dormitar un poco, quedan más de 20 minutos hasta el rio.
Cuando he conseguido conciliar el sueño con el run run del motor, un frenazo me despierta y casi me saca de mi asiento, miro hacia adelante y veo una larga cola de coches detenidos y tres coches de policía con sus destellantes encendidos, claro que aquí los coches de la policía llevan siempre sus luces encendidas.
Imagino que se trata de un control policial, pero veo que los agentes están charlando distendidamente, sin prestar atención a los  vehículos.
Avanzamos a paso de tortuga y quedamos parados durante unos segundos sobre un puente de más de 10 metros de altura, desde donde se ven perfectamente los cocodrilos sesteando en las orillas del rio o sumergidos bajo el agua cristalina y escasa en esta época del año.
A través de la ventanilla abierta del bus consigo sacar unas fotos no demasiado buenas, pero que me sirven como documento gráfico.  Luego seguimos la marcha con normalidad.
Llegamos a Puntarenas, costa pacífica, población más que turística, con un centenar largo de tenderetes plagados de regalos; la verdad es que no veo gente  en los puestos, no entiendo  cómo pueden sobrevivir tantísimos puestos con tan pocos turistas.
 Me adentro en el pueblo, como un Gallopinto con su correspondiente cerveza con hielo sentado a la sombra de la pequeña terraza que tiene  la “soda”.
De regreso a la zona de  playa veo venir a lo lejos, avanzando lentamente un enorme  crucero que tarda más de una hora en atracar en un larguísimo muelle de madera que se puebla de centenares de personas que va vomitando el transatlántico.
En pocos minutos, los puestos se llenan de compradores potenciales y  las colas en los bares se  multiplican.
Ahora entiendo la profusión de puestos.
Una chica que vende pulseras y elementos de coral me dice que semanalmente llega un crucero al menos a estos lugares.
Ante tanta marabunta humana, decido retirarme a la zona más interior del pueblo y  trasegar una nueva cerveza con hielo.


sábado, 10 de marzo de 2018



COSTA TICA; PÓRTICO DEL EDEN.
VISITA A CENTROAMERICA



5.-JACÓ

Ganitas de dan de salir corriendo, las dificultades que entraña moverse por un país donde las exuberante naturaleza contrasta con los enormes problemas para moverse, crea cierta desesperación en el viajero, un tanto impaciente que soy  yo. Los autobuses, los tan nombrados autobuses “ticos”  - para aquellos que no lo sepan  a los costarricenses se les llama ticos, ellos mismos se llaman ticos y todo lo que hay en el país es  tico- , pues bien los buses; son todos de la misma época, o sea de unos  20 – 25 años, traídos de otros países, donde ha han dado el do de pecho y vienen a recalar aquí  a base de  parcheo y reparaciones para salir del paso.
Son lentos, carecen de potencia, son sumamente incomodos, no tienen acondicionador de aire por lo que las ventanillas van siempre abiertas.
Los horarios son de lo más dispar, así que puede que para ir de un sitio a otro, tengas que esperar tres cuatro horas para pillar uno de estos jamelgos.
Tengo suerte y consigo billete  para Jaco, que esta unos 40 kilómetros más arriba, léase norte,  también al borde de la Costa del Pacifico.  Más de una hora y media en llegar, porque estos buses paran en cada pueblo, además entran dentro del mismo y pueden hacer paradas tan seguidas, como los buses urbanos de cualquier  ciudad española.
Palancas de cambios  largas, que bailan al son que el chofer les toca, y que golpean las corvas de los viajeros, que se apelotonan en el pasillo, van llenos  hasta  los topes, son pocos buses y muchas las personas que quieren desplacerse, aquí   hay pocos  coches particulares y además la  gasolina es más cara que en España.
Acomodado en el primer asiento, voy preguntándole al conductor (aquí se puede hablar con ellos) y me va explicando que toda esa llanura entre la costanera y el mar,  ahora convertida en una  auténtica selva de palmeras de aceite, controladas por una inmensa multinacional norteamericana, antes era la misma llanura sin fin  ocupada por bananeras, también propiedad de  los yanquis, pero un parásito acabó con los bananos y se reconvirtió  en  palmeral.
Me señala un edificio grande y cochambroso al que se acercan cientos de camiones y tractores cargados de  piñas de aceite  de más de 20 kilos de peso cada una. Es la factoría de transformación de la semilla de palma en aceite. Un olor  cálido y nauseabundo lo invade todo, los márgenes de la carretera están copados por los vehículos de transporte y  como  no hay arcenes, ocupan  más de medio carril así que  los vehículos que circulan se ven en la necesidad de  circular rozando la línea continua  durante más de tres  kilómetros que tiene  la hilera de camiones que parecen procesionarias del pino avanzando lentamente.
 Los adelantamientos son de infarto, por el borde de la carretera se mueven pequeñas motos de origen chino  de baja cilindrada ocupadas por dos, tres y hasta 4 personas, prácticamente  circulan sobre la línea imaginaria que separa la tierra del asfalto y tanto buses, como camiones como coches, les adelantan dejando una distancia tan escasa que al menor moviendo del manillar, acabarán bajo las ruedas del vehículo.
Legiones de niños, colegiales uniformados, esperan los transportes escolares que les van llevando a sus centros de educación. Algunos de estos niños también circulan sobre bicicletas llevando el hermano mayor al pequeño sobre la barra. Desde pequeños asumen el riesgo como algo natural, pero desde las casas a los centros escolares las distancias son considerables y no todos los padres tienen una moto para llevarles,
La charla discurre entre la información y la nostalgia y esta vez el viaje se hace más corto. Le doy las gracias y me apeo en plena calle central; no sé si hace más Calor dentro o fuera.
Lo primero es lo primero, así que una birrita y después preguntar un hospedaje económico. Pero esta población es de turismo más de clase y me cuesta un buen rato conseguir una habitación en el  “Buda Feliz”, un corralón  con  habitaciones a los lados del patio, sin mosquiteras y sin aire por el módico precio de 55 dólares más 10% de impuesto municipal; pero como no hay nada más baratito pues me la quedo.
Imaginaros una habitación que da al patio, sin persianas, sin aire con 36 grados de calor al borde del mar, con un 99% de humedad…
Dejos los bártulos y me voy a la playa, esa playa enorme, majestuosa y desierta en la que  como en las anteriores solo se mueven media docena de surferos y algunos yanquis jubilados que pasean somnolientamente con sus pantalones cortos, sus camisas hawaianas  y sandalias con calcetines.
El agua está caliente pero se está  mejor que fuera,  me quedo más de una hora sin salir de agua dejando que las olas me desplacen a su antojo. Después salgo y paseo por la playa abrasándome los pies, así que regreso al Buda y me cambio las deportivas por unas sandalias de cuero que a partir de ese momento se convierten en imprescindibles aun dentro del agua.
Almuerzo en una “soda”, una especie de restaurante baratito y siesta de las de pijama y  orinal, que diría Camilo José Cela. Hasta que los rigores solares dejen moverse por la cuidad para conocerla.
La calle principal es como todas, algo muy  sencillo, los edificios en Costa Rica son casi todos de una sola planta con paredes prefabricadas y techos de cinc y un cielo raso interior. Toda la calle está jalonada por tiendas de regalos y recuerdos,  restaurantes, sodas, “pulperías”, que son tiendecitas de barrio, nada que ver con los pulpos, tiendas de alquileres de tablas de surf, agencias de viajes,  salones de masajes de todo tipo, bicis de alquiler… en definitiva todo se mueve alrededor del turismo yanqui,  rarito es ver turistas de otras nacionalidades. De hecho en cada esquina los captadores de cliente  siempre se dirigían a mí en inglés;  debo tener pinta de  norteamericano con  pasta.
Las   palmeras de la playa se retuercen inclinando sus palmas hacía en  mar como intentando bañarse. Aprovecho la escasa sombra que prodigan  y doy un paseo cansino.
 Como viene siendo habitual en mis viajes,  compro una  postal para  Miry  y un dedal para Ángela, dos buenas amigas,  para el resto ya les compraré algo.
Salvo las tiendas no hay nada que merezca la pena visitar, como ya he dicho, el arte arquitectónico aquí se limita a casas prefabricadas y techos de cinc.
Cena frugal, mas cervezas frías, paseo en la oscura soledad de la playa  y prontito a dormir. Bueno lo de dormir es un decir;  embadurnado en  repelente los mosquitos siguen haciendo de las suyas, creo que el “Relex” les alimenta.
Cuando consigo quedarme frito a eso de las 9 de la noche, pero una música salvaje, no sé si bachata, si reggaetón o su puñetera madre se cuela por la ventana, rebotando en la paredes. Me meto tapones en los oídos pero es lo mismo. Una hora más tarde me levanto y voy a recepción a quejarme.  Me explican que no hay nivel de ruidos máximo y que la discoteca  (al aire libre) esta pared con pared con el hostal. Toda una puñetera noche en vela, hasta que a las 6 de la mañana, ya con el sol fuera se hizo el silencio  musical, sustituido sin solución de continuidad por las voces de los vendedores callejeros. Una noche de perros.
Pero la vida sigue  y estoy decidido  a continuar mi viaje en plan mochilero, así que nuevo bus y salida hacia Puntarenas.

lunes, 5 de marzo de 2018

¿SE DEBE CREER EN DIOS?




¿SE DEBE CREER EN DIOS?
Nací en el seno de una familia católica apostólica y romana, adictos al régimen como era de obligado cumplimiento en los años 50 del siglo pasado.
Fui educado en un colegio regentado por los padres  marianistas, he leído la Biblia desde el Génesis al Apocalipsis, a pesar de la dificultad que entraña leer semejante texto la verdad es que esa lectura la hice, con un enfoque de libro histórico, más que religioso.
Puestos a analizar punto por punto lo que dice el libro sagrado en el que se fundamentan  muchas de las religiones monoteístas.
Dios, parece que se encontraba solo y aburrido, por o que decidió crear el mundo, montando todo un universo y para dirigir a ese mundo, hace un muñeco de barro al que sopla e insufla  vida y crea  un ser “a su imagen y semejanza”, pero como se le acabó la creatividad o el barro, decidió hacerle una compañera para lo cual hubo de arrancarle una costilla y dejarle mermarle de facultades, pero se quedó tan ancho.
Les dio a esa parejita  todo el universo, pero en un arranque de prohibicionismo, les ordenó no tocar la fruta de bien y del mal, al parecer un manzano, pero  se ve que esa primera pareja no era demasiado obediente y a pesar de tenerlo todo, decidieron desobedecerle y la Eva salió un poco ladrona y se dedicó a robar manzanas, sin que su pareja hiciera nada por evitarlo, lo que le convierte en cómplice.
 Eso indica que la primera hornada de humanos no le salió muy buena que  digamos, a la primera oportunidad se la lían.
Pero parece ser también que esta decisión la tomaron engañados por el diablo en forma de serpiente, lo que demuestra que ya tenía el gran Dios enemigos que le disputaban el poder, aquellos ángeles todo pureza y bondad que le montaron un golpe de estado que no fructificó, pero que tampoco fue debidamente sofocado y aplastado y que continúa en  rebeldía a fecha de hoy
La cosa medio se arregla y Dios les perdona y les da  dos hijos, pero uno de ellos (Caín), al que le corroía la envidia y la avaricia, mata a su hermano (Abel) con una quijada de un burro para quedarse con el dominio total sobre la tierra.
La Biblia dice que hay un tercer hijo posterior llamado Set, que  pasó sin pena ni gloria por el mundo paradisiaco.
No se conocen más seres humanos así que se supone que para procrear hubo de haber relaciones incestuosas entre la madre y los dos hijos vivos y en su caso entre hermanos y hermanas que  hubieran nacido.
Total, que a estas alturas, en las dos primeras generaciones tenemos: desobedientes, ladrones, asesinos, incestuosos….  Buen comienzo para la humanidad.
Generaciones más tarde esa especie dominante creada a “imagen y semejanza” del dios todopoderoso, se fue convirtiendo en una sociedad corrupta, degenerada y  pecadora,  hasta el extremo de que su Creador ya no hacía vida de ellos y decidió ahogarles  en un tremendo diluvio, por lo que  le dice al único hombre bueno de todos que  se meta en un  barco con su familia y que  improvise un zoo dentro de la misma nave y cuando el barco está listo manda una inundación que se carga a todo el mundo.
Nada más bajar los niveles de agua, Noé aparca su barco, coge unas uvas las hace vino y se pilla un pedal del 15, y cuando una de sus hijas le ve desnudo abusa de él, así que no han acabado de ahogarse todos y ya en su familia le sale una hija algo  pecadora.
Unos años  más y eso vuelve a escapársele de las manos y la depravación y el pecado convierten a las ciudades de Sodoma y Gomorra en el centro mundial del pecado, así que cambia de  sistema de castigo  y en lugar de ahogarles, ahora les mete una dosis de napalm o similar y los aniquila achicharrados, salvando también a una única familia legal, al bueno de Lot y su familia, pero aun cuando se iban huyendo de la quema, la esposa de éste desobedece y se convierte en estatua de sal. Pronto empezamos,  si es que no se escarmienta…
Elige a un pueblo el  judío para que le represente y se dedican a  adorar a becerros de oro, por lo que le  manda al exilio en el desierto duran te 40 años, pero ni por esas escarmientan.
En otro momento, para ponerlos en orden los esclaviza bajo el yugo de los egipcios
Suma y sigue, como ve que no hay manera y esto es un caos, pues manda a su hijo, que se parte los lomos durante unos cuantos años a predicar y a intentar enderezar a la raza humana, y en especial al pueblo de Israel, el joven escoge a 12  lugartenientes y uno de ellos le vende por 30  puñeteras monedas a los romanos, otro le  niega en un interrogatorio y su propio pueblo judío, no solo permite que le crucifiquen sino que grita ante el cónsul romano Poncio Pilatos eso de ¡crucifícale, Crucifícale!, así  que como le da lo mismo, se lava las manos y deja que  lo maten a su estilo.
Después de sacrificar a su hijo para salvar al mundo, que como se ha visto fue un sacrificio estéril, los humanos seguimos siendo portadores de la mayoría de los pecados capitales, a saber: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y  pereza.
Hechas estas reflexiones, y dado que ni el mismo Dios es capaz de poner orden en esta especie que creó, vuelvo a repetir  “a su imagen y semejanza”, me hago la siguiente pregunta:
 Si Dios no es capaz de arreglarlo ¿puede confiarse en el ser humano ponga algo de orden en este caos?
¿Se puede creer en Dios como ser infalible, supremo, justo, magnánimo omnisciente  y omnipotente?
En vuestras manos lo dejo….



sábado, 3 de marzo de 2018

COSTA TICA; PÓRTICO DEL EDEN.
VISITA A CENTROAMERICA
Quepós
 Así que  me voy a la parada de buses, para tomar otro hasta  Quepós, una población algo más grande con puerto de mar y hospedajes a mejores precios. La ruta es por el borde de la costa, siguiendo la carretera  nacional que cruza el país de norte a sur, “la costanera” lo que hace que no haya prácticamente curvas ni rampas, así que la velocidad debe ser aceptable aunque el trasto es una copia exacta del anterior, que me trajo hasta Dominical.
En media hora estoy subido a otro jamelgo achatarrado, sentado junto al chofer en el primer asiento.
El hombre  me dice que no puedo ir en ese asiento, que su un “adulto mayor” y ese asiento no puedo usarlo.
Le pregunto qué  significa ser un “adulto mayor” y me dice que un jubilado, le digo que no soy jubilado  y que me deje ir ahí para hacer fotos y ver el paisaje  y finalmente acepta, así que otros  45 kilómetros en primera fila con vistas excepcionales
Llego sobre las 15 horas  a Quepós y el sol es tremendamente cruel, me derrite el cerebro a pesar del sombrero y después de una cerveza bien fría, la omnipresente “Imperial” pregunto dónde encontrar un sitio para hospedarme y que no me cueste un ojo de la cara.
Me indican unas cabinas (habitaciones) regentadas por un hombre de unos 70 años, y hacia allí me dirijo, una vez  vista, la encuentro sencilla pero limpia, se convierte en mi casa por unos días al módico precio de 25 dólares una la noche, tiene ventilador de techo, otro adicional en el suelo y ducha, cama con sabanas limpias y dos diminutas toallas.
Las tan comentadas brutales temperaturas de esta zona han generado en mi una  adicción a las duchas “frías”,  así que  me meto baj9o el agua hasta que noto que mi temperatura corporal baja hasta límites permisibles, me cambio de ropa y me dispongo a dar un paseo la cuidad, ya sin la chepa mochilera, recorro las escasas calles, bordeo la zona de la pequeña ría,  mas cerveza, me siento a comer  en uno de los restaurantes del mercado, lo habitual, un casado (arroz frijoles y algo de carne)  otra cerveza y como mi cuerpo ya no resiste, me vuelvo a la cueva a dormir una siesta hasta la puesta del sol, que emerjo de nuevo a una ciudad con menos luz, pero  igual abrasadora.
No hay demasiado que ver, el puerto está cerrado, solo acceden los camiones que cargan mercaderías y su entorno está sumamente sucio y descuidado, paseo por el malecón, tratando de encontrar una brisa, que  parece ser que se ha esfumado antes de mi llegada y solo percibo el cálido y húmedo aliento del Pacífico.
Unas cuantas fotos a los pájaros y  lagartijas que merodean en busca de insectos y me siento a ver, cómo el sol desaparece entre una bruma rojiza en el horizonte, un sol enorme, rojo como la sangre, un sol que me recuerda aquel que veía cada tarde, desaparecer entre las colinas de Kinshasa, en la República “Democrática” del Congo.
Grupos de jovencitos de no más de 18 años pasean con calma pasmosa por el malecón, se  toman de la mano y se sientan al borde a ver el atardecer, algún tímido beso en la mejilla ya seguir mirando esos atardeceres que nunca son iguales y que siempre son maravillosos espectáculos naturales que la retina humana mantiene para siempre; el sol se esconde sin quitar su mirada de la espuma  plateada que generan las olas.
Tomo un sorbo de agua que está más que caliente, pero al menos humedece la garganta y aguanto hasta que la noche empieza a aparecer, cubriendo todo, con su manto de oscuridad, momento en que busco un bar donde cenar algo para irme a descansar, son muchas horas de calor, al que no estoy habituado y mis energías se resienten.
 Ya sé que soy reiterativo con el calor, puede que cansino, peor es que estas temperaturas no las soporto.
Tras la cena me voy  a mi cabina y me propongo hacer planes para el día siguiente. Lo más recomendable y recomendado es conocer el parque nacional de Manuel Antonio, una reserva nacional, de la muchas que hay, en las que los folletos te dicen que hay cientos de animales exóticos, a los que puedes fotografiar, sin usar flash y que no debes molestarles bajo ningún concepto, ya que son animales en estado salvaje y pueden estresarse.
La publicidad enumera a algunos de ellos, monos aulladores, tortugas, serpientes, arañas gigantes, ranas verdes y amarillas, mariposas, zopilotes, alcatraces, gaviotas, águilas, armadillos, perezosos.….
La oferta es seductora y al día siguiente dejo en el hostal casi todo menos el agua, la cámara de fotos, la pasta, el pasaporte y el repelente de mosquitos y vuelvo a tomar un bus para ir al parque. La entrada para los locales ( nativos) es un dólar, para los turistas 16 dólares.  Pago y empiezo a caminar por caminos de tierra, protegido por las inmensas ramas de los árboles de las de 25 metros de altura.
Un grupo guiado va delante de mí y, yo remoloneo, a fin de poner el oído y enterarme de las indicaciones del guía. Explica donde teóricamente deberían estas los monos aulladores, a los que se oye gritar en la lejanía y los perezosos, pero nadie consigue verlos, así que les aclara que con estos calores están en el interior de la selva dormitando.
Después de más de dos kilómetros de caminata, donde he entablado conversación con una muchachita israelí, pero que habla español con acento mexicano, llegamos a un punto de la playa, donde poder bañarnos y descansar en unos bancos,  escasos a todas luces, con arreglo al número de personas que estamos en el parque, así que la chica y yo nos vamos  más lejos y nos tumbamos bajo un árbol de mango, que tiene una frondosa copa y que proporciona una sombra relativamente agradable.
Fotos y más fotos, y regreso al punto de encuentro donde los turistas, en su mayoría yanquis, se retratan con los monos aulladores, que ya no son salvajes, sino que se ponen en los hombros de los turistas para comerse un cacahuete, mientras son fotografiados; entre tanto, las iguanas enormes o pequeñas, reptan por la arena y roban trocitos de comida a los turistas que almuerzan sobre la arena; hasta los zopilotes, esos omnipresentes buitres de pequeño tamaño, que invaden cada rincón del país, se acercan descaradamente dando saltitos para pillar algo de alimento. Este no es el concepto que tengo yo de la vida salvaje.
Tras un sándwich, acompañado de la turista israelita (ella es coser, o como se diga) y solo come determinadas cosas, nos vamos juntos a visitar las cataratas, que al parecer son preciosas.
Hora y media de caminata cruel bajo un sol de justicia, ramas, raíces, polvo, y el sonsonete enloquecedor de las chicharras, de las que hay miles pero todas ellas invisibles, conseguimos ver dos lagartijas y algo que podría ser un faisán, llegamos a las cataratas.
Desilusión. No tenían ni una sola gota de agua, aquello era un secarral donde ni siquiera podías lavarte las manos, o refrescarte el rostro. Con un cabreo más que considerable regresamos a  la entrada y  manifestamos nuestro malestar al controlador de la entrada, por esa caminata absurda; que se encogió de hombros, esbozó una sonrisa y nos dijo
La  cascada seca también es bien bonita, “mae”.
Tomamos el bus de regreso y quedamos en enviarnos las fotos, que nos hicimos uno al otro, promesa que hasta el momento ninguno de los dos ha cumplido espero hacerlo un año de estos.
Dos cervezas  congeladas en una jarra inmensa repleta de hielo (toman la cerveza con hielo) un bocadillo de fiambre y a descansar en espera de un próximo día.
Mañana toca  Jaco
Me duermo mientras la tele ronronea las noticias donde dice que han muerto dos motoristas y que el puente de la Platina se pondrá en servicio en unos días.