lunes, 13 de febrero de 2017

LA CHICA PERDIDA.

Cuando vas teniendo una edad más que respetable, cuando has vivido una vida llena de sobresaltos, de anécdotas, de riesgos, de decepciones, de disgustos; y sobre todo de satisfacciones, te concedes a ti mismo la autoridad moral (o inmoral) de decir lo que te sale de las meninges, sin tener en cuenta quien te leerá o quien no, en definitiva te trae al pairo casi todo.
Vives tu vida, dejas vivir, capeas el temporal y no te quita el sueño lo que puedan pensar o decir de ti aquellos que generalmente no tiene ida propia y han de vivir la de los demás.
Y digo casi todo, porque,  a pesar de mi imagen de borde, ácido; y según algunos, un “chulo-mierda”, en el fondo soy un sentimental, al que le importan los problemas de los demás y en ocasiones se implica más de lo que debiera.
La vi pérdida, completamente perdida, más que un elefante en una cacharrería; pero he de reconocer, que ella no era consciente de la situación; y que sobreponiéndose a  sus neuras, disimulaba no haber caído en medio del fango putrefacto y nauseabundo, sin que nadie de su entorno, aquellos amigos-as incondicionales de toda la vida, acudieran a socorrerla, o sencillamente a sentarse a su lado para que sintiese latir  un corazón cercano.
Ya no era la estrella fulgurante que alegraba a toda la peña con sus ocurrencias de niña alocada, ahora era una mujer triste hundida y preocupada. No compensa pasar una tarde consolándola; una persona que no quiere consolarse, animando a quien no quiere animarse.
Dicen que los toros se ven mejor desde la barrera, desde allí no corres riesgos, tienes capacidad de análisis y ves los fallos del  artista, generalmente sin  acritud y sin condicionamientos, es tu visión de la realidad, sin interferencias. Es tu verdad.
Había mensajes subliminales, había gritos silenciosos y desgarradores, había una persona joven y desvalida, lamiéndose las heridas, tal vez  fruto de su propio egocentrismo, e una decisión que debiera haber tomado con años de antelación,ó de su  propia tremenda sobre valoración.
La adulación, la lisonja, la idolatría, interesada a veces, no nos deja ver que su único interés es obtener  esos beneficios de los que antes hablaba; “amigo que no da y navaja que no corta aunque se pierdan no importa”
Un largo tiempo, una buena dosis de paciencia y muchas horas de cafés en silencio, costó que saliera de ese ostracismo, casi enfermizo, pero de alguna manera esta persona recuperó la sonrisa lentamente, no sin  haber sido blanco de las reprimendas a su comportamiento, en la vida  similar a la de una diosa de opereta.
Una retirada a tiempo de una vida de frivolidades y caprichos, un actuar por impulsos sin pensar en las consecuencias, un recolocar prioridades y neuronas, un darse cuenta de que el mundo es algo más que un grupo de palmeros, que te  jalean, parece haberle dado un nuevo estímulo a su  vida, una  reinvención de su existencia y; una nueva escala de valores, que guiarán  su  futuro con una estabilidad antes no conseguida.
Tal vez mi amplio bagaje vital, mi edad más que dilatada y mis experiencias anteriores con personas en similar situación,  dieron un empujoncito,  una ligera pincelada de luz  a esa oscuridad sobrevenida, solo tal vez.



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