lunes, 10 de septiembre de 2018











ADMIRADO, QUERIDO; Y  NUNCA BIEN VALORADO SEÑOR TORRA.
Mi  buen amigo,  acabo de ver unas declaraciones, en las que usted mantiene, sin  ganas de enmendar, que los catalanes son una raza superior a los españoles (doy por sentado que usted no es español).
Lo cierto es que sin ser un historiador, ni un periodista de investigación, ni un antropólogo  de postín,  si es cierto que me gusta leer en algunos momentos de mi vida como divertimento y como  forma de adquirir algún que otro conocimiento aunque sea por la vía divulgativa.
Si bien es cierto también que USTED, CON  OTRA SERIE DE SEÑORES, son una zara superior, quiero hacerle ver que  antes , mucho antes de que existiera España, o Catalunya o incluso el PDCAT, existía una tierra llamada Iberia, una península donde,  desde que se tiene conocimiento, los pueblos han ido invadiendo en sucesivas oleadas, arrasando, esquilmado, matando, violando, cultivando, educando, casándose, formando familias, asentándose  en  algunos casos en esta península del sur del continente europeo.
Es evidente que esas hordas invasoras iban engendrando hijos, que a su vez se apareaban con los de razas y culturas diferentes.
Que yo recuerde vagamente por la península ibérica, aparte de los  primeros habitantes,  prehistóricos, han pasado por aquí dejando sus huellas, sus rasgos culturales, sus óvulos y sus gametos,  los iberos, los celtas, los tartesios, los romanos, los musulmanes, los cartagineses, los visigodos, los fenicios, los griegos, los vikingos; y posteriormente los nativos de oriente, los  de las antípodas, los de américa tanto del norte como del sur….
Créame señor  Torra  que me cueste un poquito creer, su familia y  en las de un selecto y reducido número de ciudadanos  “SUPERIORES” o sea los  catalanes de “purasangre”, a lo largo de cientos de generaciones no hayan tenido conexiones ni relaciones procreativas, fuera de su endogámico circulo de pureza.
No me resulta fácil que  desde la era Cromañón  ninguna cultura invasiva haya mancillado su inmaculada sangre, más pura que la del cáliz de Cristo.
Pero,  a pesar de que a mí me cueste muchísimo creer en esa extraña circunstancia, de la descendencia inmaculada y descontaminada de su superior raza, no tengo motivos para ponerla en duda.
 Ahora bien, si las casas reales de Europa sufrían de  las  famosas  enfermedades  que la  consanguineidad acarrea, al cabo de tres o cuatro generaciones de endogamia,  ustedes, muy anteriores a las dinastías reales¸ ustedes,  la raza pura, ,  superior, incontaminada e  incontaminable, deberían ser todos, sin excepción  pasto de todas esas enfermedades.
Yo le aconsejaría, que antes de proclamar a los 4 vientos su inmaculada concepción genética  encargase a un prestigioso laboratorio un estudio genético de su ADN,  más que nada para que pueda demostrar fehacientemente esa rara condición, no vaya a ser que tenga que tragarse sus palabras como otros sus másteres.
Saludos señor Torras de un  ser, que se siente orgulloso de no ser un pura raza, sino un ser surgido de la mezcla de varias de ellas y si es posible de todas, tratando de asimilar lo mejor de cada raza, de cada cultura, de cada pueblo y de cada genética.