martes, 2 de octubre de 2018


Ni héroes ni villanos
Puto país de cotillas, de chalecas, de viejas del visillo,  de olerones impenitentes.
Haciendo uso de una herramienta que debería ser un medio de información fiable, como son  las redes sociales, los “veletas” de turno se dedican a criticar, o a alabar dependiendo del momento que estén  pasando en sus insulsas existencias.
Hot te ponene en un pedestal, mañana te tiran a la hoguera sin remisión
Y en este caso me refiero a lo que se escribe en Face o en cualquier otra red sobre los mossos, a los moços o a los policías autónomos de Cataluña, cada uno que les llame como quiera.
Estos seres, estos trabajadores de la seguridad autonómica (no voy a escribir  seres y seras, servidores y servidoras,  policías y policíos) porque creo que cualquier persona con ¾  de  neurona en buen estado me entenderá.
Estas gentes, aprobaron una oposición, más o menos como todos los cuerpos policiales  del sistema, para estar al servicio de la sociedad catalana bajo el mando directo de un consejero – perdónenme, no se escribir “conçeller”) de interior que en teoría obedece las ordenes de un  presidente, que a su vez obedece los dictados de un parlamento y que a su  vez también legisla y actúa  sin vulnerar las leyes estatales.
Como decía estos policías, con una dependencia orgánica y administrativa de sus mandos políticos,  obedecen a lo que les dictan sus superiores;  así es la vida y así está legislado.
 El salario de los  policías catalanes o vascos, es un salario normal en  la policía de cualquier país, otra cosa es que el estado español mal pague, con salarios de miseria a sus policías propios como el CON y la GC.
Los gobiernos autonómicos no “sobre pagan” a sus policías, es el estado español el que “infra paga” a los suyos.
Estos agentes se mueven en un terreno extremadamente  resbaladizo, dependen de un estado de “taifas” y todo el mundo conoce a todo el mundo y si no entras por el aro puede que  se te  caiga el pelo.
La policía autonómica catalana, no es  maravillosa cuando  reprime una manifestación  ilegal y violenta, usando  la legalidad, como tampoco es  un cuerpo vil, inepto y servil cuando, por orden de sus superiores, miran  hacia el otro lado, o se quedan como estatuas viendo  cómo se desplazan las nubes.
 Ser policía es algo vocacional en la mayoría de los casos, pero  lo cierto es que  el virus de la política se incrusta en los mandos policiales y hace que  muchas veces las ganas de hacer las cosas bien, se vean obstaculizadas por el comportamiento caciquil, servil y borreguil de sus mandos políticos.
El  tren rueda y se desplaza armónicamente si el maquinista sabe lo que se trae entre manos, en caso contrario el desastre está garantizado.


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