Ni héroes ni villanos
Puto país de cotillas, de chalecas, de viejas del visillo, de olerones impenitentes.
Haciendo uso de una herramienta que debería ser un medio de
información fiable, como son las redes
sociales, los “veletas” de turno se dedican a criticar, o a alabar dependiendo
del momento que estén pasando en sus
insulsas existencias.
Hot te ponene en un pedestal, mañana te tiran a la hoguera
sin remisión
Y en este caso me refiero a lo que se escribe en Face o en
cualquier otra red sobre los mossos, a los moços o a los policías autónomos de
Cataluña, cada uno que les llame como quiera.
Estos seres, estos trabajadores de la seguridad autonómica (no
voy a escribir seres y seras, servidores
y servidoras, policías y policíos)
porque creo que cualquier persona con ¾ de
neurona en buen estado me entenderá.
Estas gentes, aprobaron una oposición, más o menos como
todos los cuerpos policiales del sistema,
para estar al servicio de la sociedad catalana bajo el mando directo de un
consejero – perdónenme, no se escribir “conçeller”) de interior que en teoría obedece
las ordenes de un presidente, que a su
vez obedece los dictados de un parlamento y que a su vez también legisla y actúa sin vulnerar las leyes estatales.
Como decía estos policías, con una dependencia orgánica y
administrativa de sus mandos políticos,
obedecen a lo que les dictan sus superiores; así es la vida y así está legislado.
El salario de
los policías catalanes o vascos, es un
salario normal en la policía de
cualquier país, otra cosa es que el estado español mal pague, con salarios de
miseria a sus policías propios como el CON y la GC.
Los gobiernos autonómicos no “sobre pagan” a sus policías,
es el estado español el que “infra paga” a los suyos.
Estos agentes se mueven en un terreno extremadamente resbaladizo, dependen de un estado de “taifas”
y todo el mundo conoce a todo el mundo y si no entras por el aro puede que se te
caiga el pelo.
La policía autonómica catalana, no es maravillosa cuando reprime una manifestación ilegal y violenta, usando la legalidad, como tampoco es un cuerpo vil, inepto y servil cuando, por
orden de sus superiores, miran hacia el
otro lado, o se quedan como estatuas viendo
cómo se desplazan las nubes.
Ser policía es algo
vocacional en la mayoría de los casos, pero
lo cierto es que el virus de la política
se incrusta en los mandos policiales y hace que
muchas veces las ganas de hacer las cosas bien, se vean obstaculizadas
por el comportamiento caciquil, servil y borreguil de sus mandos políticos.
El tren rueda y se
desplaza armónicamente si el maquinista sabe lo que se trae entre manos, en
caso contrario el desastre está garantizado.
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