JOSE DANIEL ORTEGA SAHAVEDRA. (Presidente de Nicaragua)
Mi nada querido, nada apreciado, nada respetado y nada admirado Daniel Ortega.
Ya sé que usted no va a leer mi Facebook, ni mi blog, ( moterusvetustus.blospot.com), ni mis
correos; y que yo para usted soy una persona inexistente; es más imagino que no dedicará ni un segundo de su vida a leer
estas líneas, aunque su magnífico
servicio secreto se lo haga llegar.
Hace poco más de un año visité su país, mejor dicho no su país,
aunque usted se haya apropiado de él,
sino ese maravilloso país que
usted usa como cortijo propio y en el que manda y ordena como buen dictador,
con mano férrea, descabezando a quien le molesta como ya hizo en su época de guerrillero.
Para entrar en su país, ya tuve problemas a pesar de tener
todos mis documentos en regla,porque se ve que el hambre aflora entre los
funcionarios y la funcionaria aduanera correspondiente me estuvo puteando
durante 5 horas a fin de que le diera una coima, una mordida, un dinero por
algo a lo que tenía legalmente derecho con arreglo a los acuerdos
entre “su” país y el mío (España), pero evidentemente, ni participo en corruptelas, ni las acepto.
Recorrí muchas ciudades y pueblos: su capital, Granada,
Nueva Guinea, Madrid, León, Chontales Rivas, Managua, los lagos, Palacagüina, altagracia, Sandino,… su maravilloso
asentamiento arqueológico, abandonado a
su suerte, hice unos 3.000 kilómetros por el país y durante doce días, hablé con
cientos de ciudadanos sumisos, miedosos,
temerosos de hablar, incapaces de contar algo contrario al pensamiento único
sandinista que impera en la población, impuesto a golpe de barrote, o de 9 mm
parabellum.
Durante ese viaje,
llevé en mi destartalado Musso a más de 20 personas que hacían auto stop,
porque el servicio de autobuses es nulo y los pocos que hay no cumplen los
horarios ni tienen capacidad para tanto viajeros.
Vi un hermoso país descuidado, consumido por el fuego,
convertido en una atentica savana calcinada, gente ganando 100 dólares al mes por 12 horas de trabajo
diario, sin derecho a descanso semanal.
Vi una madre cargada con su hijo de 4 años tetrapléjico al que llevaba en brazos desde
el centro de rehabilitación hasta su domicilio a 5 kilómetros de distancia con
32 grados de temperatura, a la ue llevé a su domicilio variando mi ruta y sinceramente lo hice encantado. Esta mujer a pesar de todo justificaba la política que usted impone.
Vi cada poste del tendido eléctrico, cada columna, cada hito
pintado con los colores del frente sandinista, no con la bandera del país, no,
con los colores de su partido unitario y dictatorial.
Vi a la policía
mendigándome una limosna para
reparar sus ajadas botas ya prácticamente sin suela.
Vi como un país de gente extraordinaria vive sometido a la
bota militar del dictador mientras muere de hambre.
Vi caballos famélicos,
vi vacas que daban lástima, vi incluso campos quemados por los lugareños para
capturar iguanas y poder llevar a su mesa una mínima ración de proteínas
Visité uno de sus
centros de adoctrinamiento sandinista,
lo vi por dentro, acompañado de la secretaria provincial de su partido y de un
diputado orondo, bajito, doctor en cardiología, que no paraba de alabar las
bondades del sandinismo, y por ende del
orteguismo.
Vi como este hombre culto basaba su política en la creencia
de que “su amigo Jesucristo “era quien guiaba los pasos del líder sandinista (usted).
Vi como una persona
formada tenía el cerebro lavado por una ideología obsoleta, dictatorial y
represiva, hasta el extremo de intentar
catequizarme con las ideas de Sandino. Me conminó a fotografiarme con
los dibujos de la pared de la sede donde
usted, Sandino y la señora vicepresidenta están plasmados para mayor gloria de
su revolución.
Dos poster tamaño 100 x 60 uno con su efigie y el otro con
el de la vicepresidenta, fueron enrollados
con mimo para que cuando regresase a España los colgase en mi salón.
En este puto mundo, guías espirituales, salvapatrias, iluminados,
mesías..( como Franco , Hitler, Mussolini, Lenin, Stalin, Castro, el Che, Chávez, Maduro)… deberían estar encerrados bajo
siete llaves o siete toneladas de granito, para evitar el sufrimiento que
imponen a sus subordinados.
Ahora sigo con interés el deterioro que se vive en ese país, en esa Nicaragua preciosa, donde
las gentes de bien mueren aplastadas por el mero hecho de reivindicar los más elementales derechos humanos y una
brizna de democracia y dignidad.
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