LOS LUPERCALES
Bueno amiguitos, estamos a 15 de Febrero, día en
que la mitología griega, rendía homenaje al dios Lupercus, protector de
rebaños, pastores y pastoras y de la fertilidad.
Y como no puede ser de
otra manera, pues la amadísima Iglesia católica, (hoy no tocaba
religión), pues se montó allá por los
años 500 de nuestra era, año arriba año
abajo, una fiesta de los enamorados, con el único fin de anular
la ya milenaria fiesta pagana de las lupercales; y a fe mía que lo ha
conseguido; nadie celebra nada el día
15, ni siquiera los más ateos del lugar, ni los
pastores, ni las pastoras, ni los del Opus.
Pero claro está a todo hay quien gana, en astucia, en
inteligencia y en márquetin comercial y
las grandes superficies (léase Corte
Ingles, Amazon, las perfumerías, las tiendas de chinos, etc. Etc.) Han sabido enfocar
esta mercantilista ñoñería, a la fiebre consumista
de los atolondrados amantes, o simplemente a los que tienen que cumplir con la
norma ya establecida aunque los otros 364 días del año pasen de su “amor” como del cura de la parroquia.
Ayer millones de personas recibirían con alegría, a veces
fingida, su compromisario regalito, ese tributo al tito Valentín del que ni siquiera sabemos si
un día estuvo enamorado, solo que de medico pasó a cura y casó a miles de cristianos
aun con la prohibición expresa de roma,
lo que la final le causó un tremendo
disgusto como fue su martirio cuando le
decapitaron.
Hoy, la mayoría de esos regalos que recibisteis ayer,
estarán descansando en el fondo de algún cajón, a la espera que el polvo y el
olvido les hagan desaparecer. Hoy las historias cotidianas continuaran, las
discusiones por nada, los problemas para llegar a fin de mes, con un
presupuesto desequilibrado por el santito de marras, las demandas de divorcio,
las peleas por quien quita la mesa o pone la lavadora…. Todo igual que el 13, con el paréntesis del
14 que trajo una sonrisa, un beso y tal vez una noche de pasión.
Amar no es regalar el día 14 un detalle una joya o un
deportivo, amar es regalar todos los días sonrisas, besos, detalles, apoyos,
sensaciones, palmaditas en la espalda, miradas cómplices; amar, como decía la
cursilería cinematográfica de los años
70 del siglo pasado, Love Story,
es no tener que decir nunca “lo siento”
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