ADMIRADO, QUERIDO;
Y NUNCA BIEN VALORADO SEÑOR TORRA.
Mi buen amigo,
acabo de ver unas declaraciones, en las que usted mantiene, sin ganas de enmendar, que los catalanes son una
raza superior a los españoles (doy por sentado que usted no es español).
Lo cierto es que sin
ser un historiador, ni un periodista de investigación, ni un antropólogo de postín,
si es cierto que me gusta leer en algunos momentos de mi vida como
divertimento y como forma de adquirir
algún que otro conocimiento aunque sea por la vía divulgativa.
Si bien es cierto también
que USTED, CON OTRA SERIE DE SEÑORES,
son una zara superior, quiero hacerle ver que
antes , mucho antes de que existiera España, o Catalunya o incluso el
PDCAT, existía una tierra llamada Iberia, una península donde, desde que se tiene conocimiento, los pueblos
han ido invadiendo en sucesivas oleadas, arrasando, esquilmado, matando, violando,
cultivando, educando, casándose, formando familias, asentándose en
algunos casos en esta península del sur del continente europeo.
Es evidente que esas hordas
invasoras iban engendrando hijos, que a su vez se apareaban con los de razas y
culturas diferentes.
Que yo recuerde
vagamente por la península ibérica, aparte de los primeros habitantes, prehistóricos, han pasado por aquí dejando
sus huellas, sus rasgos culturales, sus óvulos y sus gametos, los iberos, los celtas, los tartesios, los
romanos, los musulmanes, los cartagineses, los visigodos, los fenicios, los
griegos, los vikingos; y posteriormente los nativos de oriente, los de las antípodas, los de américa tanto del
norte como del sur….
Créame señor Torra
que me cueste un poquito creer, su familia y en las de un selecto y reducido número de ciudadanos
“SUPERIORES” o sea los catalanes de “purasangre”, a lo largo de
cientos de generaciones no hayan tenido conexiones ni relaciones procreativas,
fuera de su endogámico circulo de pureza.
No me resulta fácil que desde la era Cromañón ninguna cultura invasiva haya mancillado su
inmaculada sangre, más pura que la del cáliz de Cristo.
Pero, a pesar de que a mí me cueste muchísimo creer
en esa extraña circunstancia, de la descendencia inmaculada y descontaminada de
su superior raza, no tengo motivos para ponerla en duda.
Ahora bien, si las casas reales de Europa
sufrían de las famosas enfermedades que la consanguineidad acarrea, al cabo de tres o
cuatro generaciones de endogamia, ustedes,
muy anteriores a las dinastías reales¸ ustedes, la raza pura, , superior, incontaminada e incontaminable, deberían ser todos, sin excepción
pasto de todas esas enfermedades.
Yo le aconsejaría,
que antes de proclamar a los 4 vientos su inmaculada concepción genética encargase a un prestigioso laboratorio un
estudio genético de su ADN, más que nada
para que pueda demostrar fehacientemente esa rara condición, no vaya a ser que
tenga que tragarse sus palabras como otros sus másteres.
Saludos señor Torras
de un ser, que se siente orgulloso de no
ser un pura raza, sino un ser surgido de la mezcla de varias de ellas y si es
posible de todas, tratando de asimilar lo mejor de cada raza, de cada cultura,
de cada pueblo y de cada genética.
Amen. Yo también lo rubrico, amigo Luis.
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