REGARDEZ LA
GOLIPOLLUÁ
!!! FUEGOOO!!!
La verdad es que cuando me he metido un buen cocido, con todos sus avíos
entre pecho y espalda, regado con un Estola Gran reserva, de las bodegas Ayuso,
las ideas me fluyen con más naturalidad.
Mientras me ponía ciego de garbanzos escuchaba las noticias de los
desastres de Portugal y de la reserva natural de Doñana y la verdad es que, se me revolvía el estómago
ante semejante salvajada; si salvajada,
porque eso no puede hacerlo más que un salvaje al que sus derechos
constitucionales, se le deberían recortar de
manera total y permanente en el tiempo.
Pero no me refiero solo al descerebrado que prende fuego
intencionadamente, al que arroja una colilla, al que abandona una botella que
luego servirá de lupa y sistema de ignición de un fuego, en el que se jugarán la vida los
voluntarios, los bomberos, la UME y los que por circunstancias se encuentren en
medio del fregado.
Después mucho homenaje mucho reconocimiento, mucho tratamiento de
héroes y mucha polla, que diría un castizo, cuando estos hombres se juegan
y pierden la vida salvando nuestra foresta.
Hay otro tipo de personas a las que no dudaría en catalogar de salvajes con traje y corbata, con despacho
y con sueldo de infarto, que se dedican a legislar a nivel nacional, autonómico
provincial, o local, da lo mismo, son los mismos incompetentes, que hacen que cada año se sufren unas consecuencias
nefastas para nuestros bosques, nuestros barbechos y nuestras casas, llegando a
veces a interesar a nuestras propias vidas.
Nuestros políticos generalmente llegan a la cumbre porque en general
no han servido para otra cosa y por eso
se colocan con todo descaro, a dirigirnos
como si fuéramos sus esclavos,
legislando con arreglo a sus intereses, sin importarles los nuestros.
Como en muchas ocasiones su
ineptitud y desconocimientos de las materias, se hacen rodear de amiguetes en calidad de asesores, diplomados en los bares de la esquina, hacen leyes contrarias a lo que la naturaleza dicta. Un político dura 10
años, la naturaleza lleva millones y
millones de años implantando su propia
ley, al margen de iluminado de turno. Los montes arden, siempre han ardido, de
ello se encarga la naturaleza, la regeneración viene por si sola.
Nuestros bosques se han convertido en santuario, de los que no puedes extraer
leña muerta, no puedes recolectar piñas, no puedes cortar espárragos, no pues montar
en bici, no puedes rodar en moto, ni andar a caballo. Eso hace que la maleza se
enseñoree con el suelo y que a la mínima todo arda sin control.
Está demostrado que el pasear por el bosque, recolectar sus frutos, con
independencia de algún energúmeno de esos que lo joden todo, es beneficioso
para el ecosistema. De todos es conocido
que el que haya animales “domésticos” en
el bosque, -léase caballos, vacas,
cabras, ovejas ayuda a mantener el equilibrio y es bueno, ya que consumen la vegetación rastrera y aplastan los restos de vegetación seca con
sus patas.
Está demostrado que soltar rebaños de cabras, o de otros
animales en espacios comunales de los montes, ayuda a
mantener veredas y pistas por las que se puede controlar el fuego y que de una manera natural, retardan el avance de las llamas; pero nadie, salvo los de las “rapa das vestas”
suelta animales en régimen de semi- libertad en sus montes.
La limpieza de montes, el aprovechamiento, aunque sea a coste cero, de
los pastos del monte y la permisividad de recolectar materia seca, o de
generación espontánea, sería muy, pero que muy
interesante para evitar incendios forestales.
No se si se dan cuenta, que con estas elementales medidas, los costes de
extinción de incendios serías mucho menores y el dinero sobrante se podría invertir
en trabajos de prevención; además de evitarnos el doloroso, a veces bochornoso y en ocasiones hipócrita acto de rendir homenaje a los que dieron
sus vidas por un salario miserable, por
un trabajo temporal, por la incompetencia de quienes lo gestionan.
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