EL VALOR DE UNA VDA
HUMANA.
Lamentando profundamente lo sucedido en San Lorenzo,
Mallorca; y no es una frase hecha; me pongo a pensar, que a
lo largo de los años, se vienen viviendo situaciones similares, con más o menos
víctimas mortales, con daños materiales y profundos surcos de dolor en el alma, para el resto de la vida, de los
ciudadanos que lo han sufrido.
Han fallecido un número de personas muy importante, los
daños materiales son incalculables, las condolencias se suceden, la sensibilidad están a flor de piel y la
solidaridad popular, se manifiesta con cientos de voluntarios, ayudando en lo
que pueden.
Los políticos van a hacerse la foto, manchados de lodo; a
lamentar lo sucedido, a prometer ayudas y exenciones fiscales; y regresan a toda prisa a sus parcelas de poder, a enfrascarse en los laberintos
electorales, que se acercan a pasos
agigantados.
La vida humana es impagable, irrecuperable y siempre muy duro despedirse de un amigo o
familiar que perdemos por culpa de una riada, o de un incendio.
Pero la vida humana sí que tiene precio, tiene ese precio
que se paga para construir en zonas inundables, en espacios de
riesgo. Tiene el precio de lo que cuesta limpiar las rieras, tiene el precio
del terreno vendido a precio de oro en el que se construye con el beneplácito de
técnicos y profesionales que nunca deberían haber dado un informe favorable y
por tanto nunca conceder una licencia de edificación en esos terrenos.
En toda España hay barriadas enteras construidas en los
últimos 50 años, que se ubicaron en zonas de alto riesgo, a veces auspiciada por la ceguera de ciertos
dirigentes; ceguera a veces causada por
los fajos de billetes que los promotores ponen ante sus ojos
Pero mientras llega la súper tormenta y mueren una serie de
personas indefensas, algunos se forran construyendo y expidiendo licencias
de obras.
Todos sabemos donde llegaron las riadas de hace un siglo, está en los anales de las crónicas populares.
La naturaleza es eterna, la
raza humana efímera y por mucho
que nos esforcemos y por mucho que lo intentemos, nunca podremos doblegarla, en
el momento en que tratamos de encasillarla en nuestros planes, faltándola al respeto, ella se rebela
y nos devuelve la moneda en forma de destrozos y cadáveres.
Desde tiempos inmemoriales
se tiene conocimiento, que lo que
se ahorra en desbrozar y limpiar
bosques, lo que no se gasta en limpiar
rieras y torrentes, se paga con creces en vidas humanas, en
bienes y en sufrimiento.
Todos sabemos en Salamanca de una urbanización que ahora se encuentra construida en unos
terrenos, que en el año 1936, y en 1963
sufrieron tremendas inundaciones; y como
no hay dos sin tres, espero que tarde
muchísimos años en suceder, esa urbanización sufrirá una
nueva avalancha de agua con consecuencias imprevisibles.
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