No sé qué me pasa, pero cada día
entiendo menos.
Tal vez esté cambiando el orden
mundial en materia de valores y yo esté en Babia, sin enterarme de nada.
Estos días, en uno de los barrios más castizos (al menos lo era) de
Madrid, el barrio de Lavapiés, ha celebrado sus fiestas.
Pues bien, con un par, la concejalía
de barrio ha invitado a dar el pregón a
un miembro de “sindicato de manteros”.
Que yo sepa, un sindicato (salvo el sindicato del crimen), necesita un
serie de permisos, demostrar que es una institución que protege a unos
trabajadores que realizan una actividad
legal dentro de un territorio y que
esos trabajadores tienen una
actividad lícita regulada por las leyes del país.
Bueno, pues que yo sepa, los manteros, con todos mis respetos, se dedican
a delinquir. Me explico
Desde el minuto uno, adquieren sus productos en almacenes clandestinos, donde se venden materiales falsificados, eso es delito, no están
dados de alta, ni como trabajadores por cuenta ajena, ni como autónomos, eso es
ilegal, venden en lugares públicos sin
pagar los cánones correspondientes como el resto de vendedores españoles de
mercadillos, terrazas de bares y ferias;, nueva infracción a la norma.
No contentos con esta
sinrazón, al igual que a los policías se
les ordena controlar a los tenderos de barrio, medir las terrazas po0r si ocupan medio metro más, vendedores ambulantes a los que se les piden todos los permisos habidos
y por haber, y a la vez a estos policías se les ordena que “ no molesten
a los manteros”, porque en sus huidas pueden arrollar a personas e incluso encararse con los propios agentes, y evidentemente
esto puede traumatizar al mantero, claro
que el español que vende en el mercadillo al ser de una pasta diferente ni se
traumatiza, ni se molesta y paga las licencias y permisos con unas ganas tremendas, aun a sabiendas de
que el mantero no paga ni un céntimo, pero para eso está el tenderito español, para pagar los
impuestos propios y los del mantero.
Ahora podré dedicarme a vender cualquier cosa en los espacios públicos con
una manta, y por agravio y derecho comparado, las policías no podrán ni requisarme
la mercancía, ni sancionarme ni correr detrás de mí cuando salga de naja, no
vaya a ser que arrollemos a un viandante, me de un infarto debido a mi precario estado de salud; y la culpa será de los policías.
Faltan huevos, falta decisión, falta determinación y faltan ganas, para
revelarse, para reivindicar los derechos y el estatus, que toda policía debe reivindicar, la policía
no puede ser una marioneta en manos de políticos con ideas peregrinas y muy
mala follá, que de dedican a menoscabar
el prestigio y la profesionalidad de los servidores públicos.
Recién muerto Franco ( léase
dictador carnicero) la policía armada de entonces dejó media España sin
servicio y la bolsa cayó en picado, le país
se tambaleó y a más de un político franquista, o nó, las carnes se le pusieron trémulas por
las posibles consecuencias de esa
actuación antirreglamentaria de la policía aún franquista, o casi.
Hubo gente despedida, expedientada, encarcelada, pero se resolvieron
muchos problemas.
No se si después de 42 años después de aquella movida policial, los
agentes actuales no tienen sindicatos y reaños para una mañana cualquiera,
cuando el despertador suene, apagarlo de
un manotazo y seguir tranquilamente
durmiendo, y así evitar ser un incordio para manteros, delincuentes económicos
y políticos resentidos.
Ya sabéis, vale más un día ponerse rojo que ciento amarillo.
Un día, o dos, o tres de porras caídas, sin escoltas, sin control de trafico,ni gruas ni sanciones por aparcamento, todo ello con el único objetivo de recuperar vuestra credibilidad y
prestigio podría resultar interesante y ser un revulsivo, para que determinados
ideólogos se den cuenta que el principio de autoridad, el respeto a la ley y
las normas que hace que pueda haber
una convivencia pacífica entre ciudadanos de unas y otras culturas.
No incito a tomar estas medidas,
pero si digo que yo en vuestra situación si lo haría aun a costa de suspensión
de empleo y sueldo, expediente o lapidación por parte de la clase política dirigente.
Suerte compañeros, la verdad es que os compadezco, me dais lástima.
Cualquier día uno de estos `políticos" iluminadosos obligará a poneros un turbante, un burka u a vestidos de majorettes
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