SOBRE MI
Noto en falta algo importante,
no sé, lo cierto es que
aparentemente no me falta nada, mi
salud es estupenda, tanto que el médico me ha dado un mes de vida; mi familia bien a Dios gracias, mi maltrecha economía,
perfectamente ”saneada”, los amiguetes me saludan afablemente, incluso a veces
me sonríen, con esa sonrisa maliciosa que denota como una cierta envidia de mi manera
de vivir, como diría Rosendo .
Sé que a muchos de ellos les gustaría vivir como yo vivo, pero las condicionantes sociales, el entorno y
puede que el provincianismo, les obligan a mantener un estatus, unas formas, un saber estar, con arreglo a lo
políticamente correcto. Se acomodaron a una forma de vida sujeta las
restricciones y limitaciones que no saben,
no pueden o no quieren saltarse, adaptarse a una forma de vida
acomodaticia siente sus ventajas.
No es que yo viva como un crápula saltando de mata en mata, de soto en soto, o de cama en cama, aunque
reconozco que me encantaría, pero vivo a mi aire sin hacer daño a nadie, ni
encadenar mi alma a unas normas caducas, amorales, incluso en ocasiones
inmorales, que en su día dictaron unos
hombres que en público muestran una moral severa e inquebrantable y que
en privado harían avergonzarse hasta al mismo diablo, si es que existe.
Predicando el amor con el ejemplo, con la solidaridad, con la empatía,
y a veces con un gramo, ( o dos ) de locura, es la única manera de sentirse moderadamente feliz,
de tener amigos incondicionales, de separarse de la basura lisonjera que nos
rodea, de apartarnos de sonrisas hipócritas y amiguetes de conveniencia, de construir templos y de derribar barreras
No hacen falta ladrillos,
tampoco atrios y hornacinas, ese templo
se construye a base de sonrisas sinceras
y favores sin retorno.
No soy un dechado de virtudes, sino que creo ser todo lo contrario.
Tampoco soy la amabilidad personificada, más bien la acidez del limón que se
vierte sobre la escara sobre la piel, que escuece, que molesta de entrada pero
que al final desinfecta y cura.
Vivo, vivo a contracorriente
cuando es necesario, canto las 40 si conviene, con la sota y el caballo – al rey ni tocarlo- trato de abrir
los ojos a quien veo ciego, en este mundo de falsedades e hipocresías y no me
duele nada, absolutamente nada dejar a un lado a esos seres que son auténticos
vampiros energéticos, chupadores de positivismo y plañideras profesionales.
Venme de frente y me encontrarás para bien o para mal; búscame las
vueltas y te ignoraré, no sabes de qué manera; como decíamos en mi juventud, “te
azotaré con el látigo de mi desprecio y
te rociaré con el ácido de mi indiferencia”.
Solo déjame vivir mi vida, no
me des consejos, se equivocarme yo
solito; además, mi vida es mía y; si no quiero hacerte partícipe de ella, tus
opiniones caerán en terrenos baldíos.
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